Autor: Julián A. De Diego

Finalmente, la aspiración gubernamental del aumento del 20 al 25% se convirtió en una anécdota, y los gremios docentes superaron en forma holgada el 35% de aumento en dos o en tres cuotas. Se guiaron por la inflación estimada y fijaron un piso que podría ser revisado si durante este año la inflación supera estos parámetros. En algunas provincias la prevención es explícita, en otras, está implícita, ya que en rigor, nadie puede razonablemente saber qué ocurrirá con el plan anti-inflacionario, que hasta ahora no generó resultados.
El Salario Mínimo Vital y Móvil con correcciones realizadas en el 2015, es a partir de enero de 2016 de $ 6060, y le toca el turno al ministro Jorge Triacca de convocar a la Comisión especial para fijar el SMVM del 2016, que frente al curso de los acontecimientos oscilará en torno de los $ 8000 a los $ 9000.
En análisis realizados por diversos analistas e instituciones sobre la evolución de la canasta familiar oscila en alrededor de $8000/9000 para el mes de enero y puede superar los $10.000 en marzo. A su vez, más del 50% de la población activa registrada tiene un ingreso inferior a $ 6500, y más del 75% está ubicado por debajo de los $ 12500.
Las proyecciones de inflación para 2016 son tabú entre los especialistas, aún cuando se sabe que enero fue aproximadamente el 3,6%, febrero será de 3,5 a 4% y con ello se muestra una tendencia incremental. Si proyectamos los datos disponibles, la inflación anual del 2016 superará el 40%, mientras que para llegar al 25% al que aspira el Gobierno Nacional es fundamental que marzo comience su tendencia declinante.
Frente a los últimos acontecimientos, se endurece el frente sindical. Es por ello que Antonio Caló (CGT legal antes oficialista); Hugo Moyano (CGT disidente ahora a veces oficialista) y Luis Barrionuevo (CGT Azul y Blanca) más otros grupos independientes del justicialismo procuran la unificación, para fortalecer su postura frente a las dificultades que presenta el Gobierno Nacional.
El sector empresario a su vez, le ha dado espacio al Gobierno para que tome la iniciativa en materia salarial, de modo de no acelerar ni presionar por un eventual aspiración, ni con condiciones previas, sin perjuicio de alguna advertencia que resulta clara frente a las especiales circunstancias por las que atraviesan ciertas actividades.
La incógnita la presentan sin dudas el plan estratégico que ha de tener el Gobierno Nacional, o el Plan ‘B’ que debe haber diseñado, ya que como está demostrado, el diálogo abierto no es una herramienta idónea para resolver el futuro de la economía, que entre otros factores, depende en gran medida que las negociaciones salariales no contribuyan a descontrolar la inflación, como de hecho ocurrió en otros momentos de la historia reciente.
El poder de daño de la huelga, y en especial el desplegado por los grandes gremios, es un obstáculo que el Poder Ejecutivo no ha sabido sortear con otros medios que compensen. En rigor, la ofensiva no tuvo ninguna resistencia, y los reclamos gremiales vuelven a ser atendidos sin nada a cambio, ni siquiera la garantía de paz social. Las fórmulas de productividad, los aumentos de suma fija, las retribuciones variables en función de determinados objetivos, son conceptos que deberían confrontar con los aumentos por inflación que tanto daño siguen provocando.
A su vez, el Gobierno Nacional debería preparar todos los recursos disponibles para equiparar la fuerza de los reclamos, con la debilidad de la devaluación y remarcación de los precios, la inflación todavía muy alta, y el ‘tarifazo’. Lucen como insuficientes los cambios operados para mejorar la situación de los asalariados, que lo concreto no tuvieron efectos relevantes.
En definitiva, si existe un plan estratégico para resolver la encrucijada salarial sería muy positivo que se ponga en marcha, para contrarrestar una oleada, que de no contar con un paquete de herramientas idóneas, la oleada sindical será incontenible.

Fuente: Cronista.com